Las cúpulas del poder
Por Andrés González Arias
Domingo 21 de abril del 2024
En el México posrevolucionario, hemos tenido dos etapas hegemónicas partidistas.
La primera fue llenada por el PRI desde su fundación en el año 1929, hasta finales de la década de los 90´s.
La segunda – y no sabemos cuánto dure- está en trance por el partido Morena. Y corriendo.
De la primera hay muchas historias y anécdotas del uso y abuso del poder. Cada sexenio, desde que el Gral. Lázaro Cárdenas del Río instituyó así el periodo de seis años, se generaron todo tipo de historias y leyendas, ligadas al poder hegemónico; en cada estado, en muchos municipios del país.
Tomamos algunas de ellas que tienen relación con Querétaro.
Dicen los mayores de la comarca, que solo en dos ocasiones ha intervenido el poder presidencial para definir candidatos a la presidencia municipal de Querétaro.
El primero, se dio cuando caminaba la campaña presidencial de José López Portillo. Era en año de 1975.
La campaña hacía escala en Querétaro. Era una especie de circo ambulante, con magia y ritos muy especiales del PRI. El evento tenía lugar en el Cerro de las Campanas, al pie de monumento pétreo a don Benito Juárez.
Andaba por ahí como avanzada un personaje como responsable local de este tipo de eventos que fue quién nos narró lo que ahí pasó.
Se hacían los preparativos para instalar el presídium, meticulosos y exigentes, como era común en el PRI.
Eran los tiempos del gobernador Antonio Calzada Urquiza como gobernador, quién había dispuesto que todo se hiciera con atingencia, sin que nada fallara, por aquello del rumor de que este había apostado por Mario Moya Palencia para presidente de la República. Había pues, que alejar toda duda.
Era aquí presidente del CDE del PRI el joven Francisco Briseño, a quién le había encargado el gobernador cubrir todos los detalles.
En eso de la instalación del presídium estaban cuando al lugar llega el Lic. Porfirio Muñoz Ledo, quien con mirada y vista incisiva pregunta: ¿Por qué están instalando el presídium a los pies del monumento?
La pregunta, por la forma de hacerla, más parecía una orden en contrario.
No señor, se instalará donde usted indique.
Entonces, póngalo por allá.
Y a mover todo, mesas, manteles, sillas, todo.
Ya casi acababan cuando se acerca Porfirio Muñoz Ledo a preguntarle al joven queretano encargado que cumplía la tarea.
A ver muchacho ¿Porque me dijo que allá y no donde le indique?
Señor, por la muy sencilla razón de que, a la hora del evento, el sol les dará de frente.
Porfirio – quién años después se ganaría a pulso el mote de Perfidio – se quedó reflexionando unos cuantos segundos para soltar: Está bien, está bien, póngalo donde usted dijo.
Ya en el evento, con todo el respeto y majestuosidad que el lugar imponía, hablaría un joven universitario que traía como carta de presentación el haber sido Campeón Nacional de Oratoria en un certamen nacional organizado por el Instituto Nacional de la Juventud, el INJUVE. Su nombre, Mariano Palacios Alcocer quién andaría por los escasos 22 años.
Ahí, en la cúpula del poder nacional priista, el joven queretano ligó, improvisando, un excelente discurso, de impecable y contundente oratoria, a tal grado que obligó al candidato, a indicar que el evento lo cerrara el propio Porfirio Muñoz Ledo, que también ya era un político de altos vuelos y de fácil y aguda oratoria.
Al terminar el evento y en medio de una explanada llena a más no poder – ahí estaba el gobernador Calzada y la crema y nata del PRI queretano – es que el candidato lo manda llamar para felicitarlo.
Felicidades joven, tuvo usted una extraordinaria intervención.
Muchas gracias señor candidato. Respondió Mariano.
Y apenas este había dado unos pasos, cuando de nuevo le habla el candidato.
Oiga, ¿Me podría usted acompañar a mi campaña?
Desde luego señor, para mí sería un placer.
Y así es que Mariano se trepa al carro del poder presidencial. A este tipo de oradores, eran conocidos por la clase política como “jilguerillos”.
La próxima escala de esta gira presidencial sería en el sureste mexicano, en Campeche.
Y una noche, cuando allá había terminado el acto político, es el propio candidato López Portillo quién manda llamar al joven queretano y le dice: Mariano, vas a ser diputado federal, Creo, señor y con todo respeto, que existe algún impedimento de carácter legal, uno de ellos es el de la edad.
Ah caray, no lo había tomado en cuenta. Entonces, presidente municipal.
Así fue como Mariano Palacios Alcocer, a la edad de 23 años, cuando ya había sido diputado local en donde tomó el cargo a los 21 años.
Así fue la primera intervención de la máxima cúpula del poder para designar al presidente municipal de Querétaro.
La otra, se acaba de dar.
La designación del candidato a la presidencia municipal se complicaba en Morena, por los tiempos, por las personas.
La final, final, la jugaban Arturo Maximiliano García, Meño y José María Tapia, Chema.
Y el primer viernes del mes que corre, le avisan a Chema que su candidatura con Morena no procede, cuando ya tenía en la bolsa esta pero por el Partido Verde.
Y Chema voltea a lo más alto de Morena, a la cúpula nacional. Buscaría a Claudia Sheinbaum, la candidata que ya andaba en plena campaña.
Y se va a la capital del país, en donde le informan que ya había salido para Saltillo. Es que así toma el primer vuelo que sale a esa ciudad, pero allá le informan que ya andaba en Monclova. Y allá la alcanza. Ahí es que Chema le muestra a la candidata como en todas las encuestas lo ponían muy arriba de cualquier otro candidato.
Claudia lo piensa y le dice que, si esto era así, el sería el candidato de Morena.
Chema salió de la entrevista con la candidata más que contento, a tal grado que no se lo creía. Lo empezó a creer cuando Claudia le da instrucciones a Julio León, delegado de Morena en Querétaro, para que operara, “como se debe eh” esta decisión para Querétaro.
Y cuando Chema vio que así venía – indicación de Claudia – se comunica a Querétaro con solo dos personas para darles la noticia. Con su esposa Lorena Bouches y con el Dr. Marco Antonio León Hernández, su actual coordinador general de campaña.
Así fue como se dio la segunda intervención del poder para el caso Querétaro.
Andrés González Arias
Periodista de toda la vida, egresado de la escuela Carlos Septién García, catedrático en la Universidad de Guanajuato, analista político en radio y prensa escrita, además de Premio Estatal de Periodismo en el 2000.
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